Autor: Beatriz Severino
Recuerda que fue en Mora de Ebro donde vio a otro zahorí hacer lo que él hace en la actualidad. «Me dejó acercarme y darle la mano pero enseguida me echó para atrás. Al entrar los dos en contacto se produjo una enorme fuerza», relata. En ese momento el de Lledó, residente en Calaceite encontró explicación a sus dolores y malestares generales y momentáneos.
«Prefiero llamarlo Radiestesia»
Francisco prefiere llamar a su oficio ‘Radiestesia’. Según la Real Academia de la Lengua es «la sensibilidad especial para captar ciertas radiaciones, utilizada por los zahoríes para descubrir manantiales subterráneos, venas metalíferas». En otras fuentes se encuentra como ‘pseudociencia’ y es que este oficio es ancestral y siempre ha estado muy ligado a las leyendas, a la magia o a tener un don. «Todos tenemos una fuerza dentro. Todos. Unos para bien y otros para mal y en unos acaba saliendo», explica. Mestre es muy sincero y lleva su trabajo muy en serio. Su función es detectar la presencia de agua subterránea con la ayuda de unas varillas y de un péndulo. Se requiere de una precisión exquisita pues el punto donde él señale será dónde se comience a picar. Su trabajo lo desempeña con su empresa, Fincas Mestral. «He llegado a parar máquinas porque no lo he visto claro», dice.
Le gusta dar este dato porque considera que no todos los ‘colegas’ de profesión son iguales. «A algunos no les importa si luego no sale agua con tal de cobrar. La mala fama la llevamos todos después», explica. Con la cabeza muy alta dice que en más de 30 años solo ha fallado dos veces. Ha detectado agua en explotaciones agrícolas de casi todo el Bajo Aragón y eso que no es el único zahorí de la zona. «Siempre digo que lo dejaré porque cuando señalo ya no duermo, ni como pensando en que habré fallado. Lo paso mal», reconoce. «Es el dinero y la confianza del cliente lo que está en juego y eso es sagrado», admite".
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