RTVE: http://blog.rtve.es/vicenteferrer/2013/06/el-hombre-que-sostiene-las-varillas-de-metal-1.html
13.Jun.2013 Por Equipo Anantapur
El hombre que sostiene las varillas de metal
Rocío Ovalle-. La historia de Brady es digna de una película de esas en las que la fantasía se confunde con la realidad porque quizá muchos no se crean el cúmulo de casualidades que han marcado su vida. Sin embargo, este actor de origen indio no cree que sean coincidencias. “Las cosas ocurren por algún motivo”, afirma sereno después de relatar su historia sentado en una escalera frente a una bulliciosa calle de Kadiri, un pueblo en el distrito de Anantapur.
Su familia vivía en Delhi y cuando su madre estaba embarazada de él, un
hombre misterioso le dijo que pronto recibiría buenas noticias. Nació de pie y no de cabeza, y quizá por
eso su familia siempre ha creído que su hijo sería muy afortunado. Un año
después, sus padres conseguían en un sorteo un permiso para trasladarse al
Reino Unido, algo que, confían, tuvo que ver con la estrella de su último hijo.
La película sobre Vicente Ferrer ha llevado de nuevo a la India a Jaskaran Santino Brady, que es su nombre completo, donde ha celebrado su 50 cumpleaños. Aunque no sabe lo que esto significa, sí sabe que este hecho tendrá relevancia en su vida. “Cuando pides algo, el universo te lo acaba concediendo, pero no en el mismo momento. He pasado un par de años duros: ahora entiendo que lo que tenía que hacer era simplemente ganarme la vida hasta que llegase mi oportunidad. Esta película era lo que estaba esperando”, explica el actor. De hecho, afirma que cuando leyó el guión para el casting sabía que el papel iba a ser para él.
Encarnará a Pereira, un zahorí que adivina con dos varillas de metal el lugar exacto donde hay agua para excavar pozos que devuelvan la vida a Anantapur. Un hombre tranquilo, introspectivo e intenso a la vez, que comparte con Brady esa capacidad de percibir más allá de los límites de los sentidos. “Mi personaje habla muy poco, por lo que el reto es buscar cosas sutiles con las que llenar la escena, como coger un puñado de tierra y olerlo”. Lo más difícil de este trabajo, afirma, es lo poco que se sabe del auténtico Pereira, un indio procedente de Goa de ascendencia portuguesa que murió algunos años más tarde de cáncer. “Para prepararme este personaje me he nutrido principalmente de documentos sobre los zahoríes y las cuatro cosas que Anna Ferrer me ha contado sobre él. Me dijo, por ejemplo, que sabía un poco de todo, que era ‘un manitas’. En una ocasión, la organización tenía que ordenar una montaña de facturas para entregárselos al Jefe del Distrito. Pereira lo hizo en dos días trabajando día y noche. Era muy meticuloso”, apunta. Era un referente para el resto de compañeros, algo a lo que contribuía su pulso certero a la hora de encontrar agua.
Antes de actuar, Brady se toma unos minutos para dejarse llenar del zahorí y volcarse de lleno en su personaje. “Cuando estoy en el personaje no veo a Brady, veo a otra persona. De hecho, una compañera me dijo después de un día de rodaje, cuando me quité los atuendos de Pereira, ‘¡Brady, no te he visto en todo el día!’”, relata.
Esta película es una oportunidad para el actor, por el hecho de trabajar codo con codo con actores excepcionales como los de este reparto, pero también por poder representar un papel en el que ser extranjero tiene connotaciones positivas. “He trabajado en varias series españolas, como Águila Roja (TVE) o El Cor de la Ciutat (TV3), donde, al contrario de lo que ocurre en otros países, los papeles que hacemos los extranjeros están muy estereotipados, ya sea como el inmigrante al que discriminan o del que se burlan, lo cual influye en la percepción que la sociedad tiene de este colectivo. Creo que alguien tiene que empezar a cambiar esto: los extranjeros también podemos ser médicos, profesores o ingenieros, en la vida real y en la pantalla”, afirma con vehemencia. Creció lejos de la India, pero hasta su adolescencia en su casa y en su barrio se empapó de la cultura de este vasto país. Hasta los 15 años sólo escuchaba música india, como la archiconocida cantante Lata Mangeshkar, que ha puesto música a un millar de películas de Bollywood. Luego creó su propia compañía de teatro y se abrió a la música y al estilo de vida del Reino Unido, donde pasó media vida. La otra media la vivió en Cataluña, y quizá sea eso, la mezcla del catalán, el castellano y el inglés, lo que curiosamente le hace sonar con acento casi portugués.
Hoy se pasea por un país lejano geográficamente, pero con una cultura que no es nueva para él. “La India es una sociedad diferente a la nuestra. Está llena de color y no hay la prisa que tenemos en Europa. A la gente le sorprende mucho el peso del patriarcado pero también en algunos sitios de Cataluña el heredero de la familia sigue siendo el hijo varón”, señala. Lo que sí le ha sorprendido son las acusadas diferencias entre las zonas rurales y las urbanas. “Si comparamos, parece que en el campo no ha habido progreso. Creo que el principal obstáculo para erradicar la pobreza en este país son las altas tasas de crecimiento de la población”, apunta el actor. También confiesa estar impresionado con el tamaño y el trabajo que desarrolla la Fundación Vicente Ferrer en Anantapur.
Se acaba la entrevista. Brady mira serio hacia la calle y añade: “Creo que hay que romper con la zona de confort. Las cosas buenas que me han pasado en la vida me han sucedido porque he arriesgado”. Observa a las personas que pasean como ajenas al ruido que no cesa y al caótico tráfico que inevitablemente siempre acaba encontrando su orden. Espera, tranquilo, nuevas señales que vibren como las varillas del zahorí cuando encuentra agua.
La película sobre Vicente Ferrer ha llevado de nuevo a la India a Jaskaran Santino Brady, que es su nombre completo, donde ha celebrado su 50 cumpleaños. Aunque no sabe lo que esto significa, sí sabe que este hecho tendrá relevancia en su vida. “Cuando pides algo, el universo te lo acaba concediendo, pero no en el mismo momento. He pasado un par de años duros: ahora entiendo que lo que tenía que hacer era simplemente ganarme la vida hasta que llegase mi oportunidad. Esta película era lo que estaba esperando”, explica el actor. De hecho, afirma que cuando leyó el guión para el casting sabía que el papel iba a ser para él.
Encarnará a Pereira, un zahorí que adivina con dos varillas de metal el lugar exacto donde hay agua para excavar pozos que devuelvan la vida a Anantapur. Un hombre tranquilo, introspectivo e intenso a la vez, que comparte con Brady esa capacidad de percibir más allá de los límites de los sentidos. “Mi personaje habla muy poco, por lo que el reto es buscar cosas sutiles con las que llenar la escena, como coger un puñado de tierra y olerlo”. Lo más difícil de este trabajo, afirma, es lo poco que se sabe del auténtico Pereira, un indio procedente de Goa de ascendencia portuguesa que murió algunos años más tarde de cáncer. “Para prepararme este personaje me he nutrido principalmente de documentos sobre los zahoríes y las cuatro cosas que Anna Ferrer me ha contado sobre él. Me dijo, por ejemplo, que sabía un poco de todo, que era ‘un manitas’. En una ocasión, la organización tenía que ordenar una montaña de facturas para entregárselos al Jefe del Distrito. Pereira lo hizo en dos días trabajando día y noche. Era muy meticuloso”, apunta. Era un referente para el resto de compañeros, algo a lo que contribuía su pulso certero a la hora de encontrar agua.
Antes de actuar, Brady se toma unos minutos para dejarse llenar del zahorí y volcarse de lleno en su personaje. “Cuando estoy en el personaje no veo a Brady, veo a otra persona. De hecho, una compañera me dijo después de un día de rodaje, cuando me quité los atuendos de Pereira, ‘¡Brady, no te he visto en todo el día!’”, relata.
Esta película es una oportunidad para el actor, por el hecho de trabajar codo con codo con actores excepcionales como los de este reparto, pero también por poder representar un papel en el que ser extranjero tiene connotaciones positivas. “He trabajado en varias series españolas, como Águila Roja (TVE) o El Cor de la Ciutat (TV3), donde, al contrario de lo que ocurre en otros países, los papeles que hacemos los extranjeros están muy estereotipados, ya sea como el inmigrante al que discriminan o del que se burlan, lo cual influye en la percepción que la sociedad tiene de este colectivo. Creo que alguien tiene que empezar a cambiar esto: los extranjeros también podemos ser médicos, profesores o ingenieros, en la vida real y en la pantalla”, afirma con vehemencia. Creció lejos de la India, pero hasta su adolescencia en su casa y en su barrio se empapó de la cultura de este vasto país. Hasta los 15 años sólo escuchaba música india, como la archiconocida cantante Lata Mangeshkar, que ha puesto música a un millar de películas de Bollywood. Luego creó su propia compañía de teatro y se abrió a la música y al estilo de vida del Reino Unido, donde pasó media vida. La otra media la vivió en Cataluña, y quizá sea eso, la mezcla del catalán, el castellano y el inglés, lo que curiosamente le hace sonar con acento casi portugués.
Hoy se pasea por un país lejano geográficamente, pero con una cultura que no es nueva para él. “La India es una sociedad diferente a la nuestra. Está llena de color y no hay la prisa que tenemos en Europa. A la gente le sorprende mucho el peso del patriarcado pero también en algunos sitios de Cataluña el heredero de la familia sigue siendo el hijo varón”, señala. Lo que sí le ha sorprendido son las acusadas diferencias entre las zonas rurales y las urbanas. “Si comparamos, parece que en el campo no ha habido progreso. Creo que el principal obstáculo para erradicar la pobreza en este país son las altas tasas de crecimiento de la población”, apunta el actor. También confiesa estar impresionado con el tamaño y el trabajo que desarrolla la Fundación Vicente Ferrer en Anantapur.
Se acaba la entrevista. Brady mira serio hacia la calle y añade: “Creo que hay que romper con la zona de confort. Las cosas buenas que me han pasado en la vida me han sucedido porque he arriesgado”. Observa a las personas que pasean como ajenas al ruido que no cesa y al caótico tráfico que inevitablemente siempre acaba encontrando su orden. Espera, tranquilo, nuevas señales que vibren como las varillas del zahorí cuando encuentra agua.
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