Más de 100 zahoríes solicitan mayor visibilidad
El de Castelló es un excepción en un oficio que se practica de forma individual y que es un gran desconocido para el gran público. Los también llamados radiestesistas tienen la facultad de detectar manantiales de agua subterráneos con ayuda de un péndulo y unas varillas que se agitan incontrolados en su mano cuando están sobre una corriente. Es un oficio milenario aunque con poca visibilidad social. Se desarrolla en solitario y, en ocasiones, bajo un aura de misterio y de leyendas ancestrales. Aunque poco a poco se va profesionalizando, aún son una excepción los que se ganan la vida con ello. Solicitan sus servicios, principalmente, empresas perforadoras, ayuntamientos o agricultores.
Este fin de semana se celebró en el Matarraña el segundo 'Encuentro de Zahoríes en los territorios de Habla Catalana'. El objetivo fue dar visibilidad a este colectivo y que se conozcan entre ellos. En total, se inscribieron más de 100 zahoríes. Los participantes procedían mayoritariamente de territorios catalanohablantes: Aragón, Cataluña y Valencia. También hubo presencia autóctona. Ángel Blasco, de Valjunquera, participó en una de las mesas redondas. Es zahorí desde 1975, cuando empezó por casualidad cuando una empresa de Valencia llegó a su localidad para perforar pozos. Un geólogo supo que poseía la habilidad al comprobar que le marcaba el péndulo, por lo que le inició en la práctica. En el último año ha detectado casi 60 pozos. «No todos valen para esto. Es algo con lo que se nace y que no se puede aprender», afirmó. También acudieron Agustín Angosto (Monroyo) y Paco Francisco Arrufat (Valderrobres), entre otros. El primero se inició con el péndulo gracias a un amigo que quería buscar un pozo y el segundo, por un maestro que le pidió que probara con el péndulo en el colegio.
Gracias a la elaboración de un estudio se detectó el poco conocimiento que se tenia del colectivo en la sociedad y a la vez, la poca interacción entre ellos. Con el objetivo de darles visibilidad, en 2011 se organizó la primera edición del encuentro de zahoríes en Tarroja de Segarra (Lleida), donde se superaron las previsiones con más de 211 inscritos. Dos años después, el Matarraña quiso coger el testigo para que no se pierda esta práctica en la zona. «Es un oficio que realizan de forma voluntaria incluso sin cobrar. Aunque ahora se está profesionalizando», explicó Pepa Nogués, promotora y organizadora del encuentro junto Rosa María Canela.
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