13 mar 2012

Un saurí a la Universitat (La Rioja)

Los magos del péndulo

Dedico la oportunidad del congreso de radiestesia que dió en la Universidad de Deusto el riojano Jesús Pascual coincidiendo con la apertura del nuevo curso y aprovechando la implatación de la asignatura Topografía y radiestesia (plan Bolonia) , expongo la entrevista que se le hizo además de un amplio artículo y reportaje fotográfico.
 Don, sensibilidad, talento, aprendizaje, magia, instinto? ¿El zahorí nace o se hace? La pregunta es tan vieja como el vocablo que da contenido al oficio y la respuesta, nada fácil, a pesar de que esta profesión o afición se practique desde hace 5.000 años. Quizás todos esos ingredientes se mezclen e interconecten en las personas capaces de detectar agua en el subsuelo, las vetas que se cruzan, el punto exacto de perforación, los metros a cavar. E incluso si el elemento que brota es dulce o salobre. Y tal vez todos ellos configuren el buen cóctel de aciertos que cosechan los radiestesistas, esos zahoríes que van más allá y ahondan en las fuerzas telúricas, destripan radiaciones varias, buscan cuerpos desaparecidos o determinan los lugares donde el ser humano puede beneficiarse de energías cósmicas positivas.
  ¿Pseudocientíficos? Puede ser. Pero los contratan. Eso es incontestable. Para buscar agua o para examinar la disposición de las mesas en una oficina, como han hecho los funcionarios del departamento vasco de Industria, alarmados por el incremento de casos de cáncer entre los compañeros.
El zahorí que inspeccionó la zona prefiere no hablar. Se sabe que cogió el péndulo, lo paseó por la quinta planta del edificio Lakua I de Vitoria-Gasteiz, analizó los campos electromagnéticos y aconsejó cambiar la ubicación de las mesas para mejorar el bienestar de quienes en ellas se sientan. Y vale. A sus 80 años, y con muchos de experiencia y éxitos, no está para debates kafkianos, contrarrestar suspicacias o rebatir las teorías (doctores tiene la medicina) que achacan los tumores a la media de edad alta de los empleados públicos.
  El radiestesista riojano Jesús Pascual, que de eso entiende mucho, calla y otorga. Ha experimentado en su propia carne la desconfianza que genera una afición a la que ha dedicado toda su vida. «Ayudar a la gente y ver que se sienten bien es mi gran recompensa», afirma. Jesús lleva a cuestas su modestia con la misma naturalidad con la que carga con su instrumental de varillas y péndulos, una bolsita infalible que le ayuda a sacar a la luz las fuerzas ocultas. Con ella viaja allá donde le reclaman. En La Rioja, Aragón, País Vasco, Soria, Burgos, Navarra o Murcia, por citar algunos lugares, muchas fincas dan fe de su frescura o del agua que beben los animales que en ellas pacen gracias a la destreza y concentración de Jesús. La empresa riojana Perforaciones Plácido Merino S. L. le tiene prácticamente en 'nómina'. Ha señalizado más de 160 pozos para esta sociedad familiar. «Acierta en el 85%-90% de los casos y, además calcula la profundidad», asegura su contratador, Antonio Merino, hijo del ya difunto Plácido, a la postre también zahorí. Y lo de la profundidad no es cosa baladí. Tener un pozo en una parcela o una piscina en un chalé merecerá la pena en función de los metros que haya que excavar. Merino echa las cuentas. A 60 euros cada metro, más otros 35 que cuesta la camisa de acero que se incorpora, más los 100 ó 120 que cobra el zahorí, una perforación de 80 metros puede costar unos 5.000 euros. Y se ha de correr el riesgo de que no haya agua, de que se encuentre una veta por donde pasa solo en invierno pero no en verano o una capa rocosa que exige variar la trayectoria de la perforación. Accidentes que algunos zahoríes son capaces de captar y otros, no. Lo que sí comparten todos es la discreción sobre los emolumentos que se embolsan que, en cualquier caso, solo sirven para complementar los salarios de sus profesiones.

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