15 jun 2012

¿Creer o no creer? De chamanes y radiestesistas

De chamanes y radiestesistas, por Klaus Ziegler, 21/1/2012 en Elespectador.com

En Colombia el gobierno contrato a un chamán para que no lloviera en el ceremonia de clausura del mundial Sub-20, y no llovió, pero la polémica quedo bien servida. Este artículo recoge con mucho acierto distintos elementos para la reflexión.

"La contratación de Jorge Elías González para controlar la lluvia durante la clausura del Mundial Sub-20 plantea un excelente problema: ¿debemos darles espacio a “racionalidades” diferentes a la científica?
“El Ideam pronostica el tiempo; yo lo controlo”, afirma Jorge Elías González, el “chamán” meteorólogo contratado para ahuyentar las lluvias durante la ceremonia de clausura del Mundial Sub-20. Sin embargo, desde su rancho de bahareque, el humilde campesino le pide al Gobierno que por favor “les eche una miradita”, pues la única vía que comunica a su vereda con Ibagué permanece cerrada desde hace un año por los desastres de la ola invernal. En diálogo cándido con el periodista Fabio Arenas, don Jorge Elías cuenta cómo sus matas de café quedaron sepultadas bajo toneladas de tierra, después de que los aguaceros causaran el desplome de la montaña que acabó con su finquita.
La polémica desatada por la contratación del señor de la lluvia plantea un excelente problema para los sociólogos del conocimiento. En el momento de aclarar este lío jurídico, la Contraloría tendrá que decidir si parapsicólogos, psíquicos, curanderos, astrólogos o radiestesistas están calificados para prestar sus servicios al Gobierno, y en el proceso se verá forzada a enfrentar una discusión inevitable: ¿debemos aceptar como válidos sólo aquellos conocimientos de la ciencia tradicional o, por el contrario, estamos obligados a darles espacio a sabidurías y “racionalidades” diferentes?
En uno de sus libros más famosos, Contra el método, el filósofo de la ciencia Paul Feyerabend reclama libertad para incluir dentro del currículo universitario el estudio de la magia y la astrología. Para el pensador francés, las similitudes entre ciencia y mito son asombrosas. Si somos consecuentes con sus palabras, entonces no habría ninguna razón para privilegiar la enseñanza de las matemáticas, la química o la biología, por encima de, digamos, la numerología, la alquimia o el mesmerismo. Así mismo, las escuelas de medicina no podrían dejar por fuera de su pénsum disciplinas como la magnetoterapia o la homeopatía. Ni tampoco podrían excluir la medicina tradicional china, ni el antiquísimo arte de la medicina ayurvédica. Más aún, las empresas promotoras de salud estarían obligadas a cubrir todo tipo de tratamientos alternativos, desde terapias espirituales, hasta medicina vibracional y cirugía psíquica.
Si aceptamos ese punto de vista, tampoco habría por qué investigar a quienes han usado recursos del erario para pagarle millones, no sólo al señor González, sino también a otros psíquicos, como ocurrió hace unos años con el fiscal Mario Iguarán. Para la antropóloga Ana Marta de Pizarro, una de las responsables del espectáculo de clausura del Mundial Sub-20, los métodos del “chamán” constituyen “una forma distinta de aproximación a la naturaleza desde las comunidades tradicionales, y desde esa óptica se trabaja con él. No llovió en la ceremonia, fue un éxito y volveré a contratarlo cuando lo necesite”. De hecho, habría que cuestionar al Ministerio del Medio Ambiente por no tener en su nómina a radiestesistas. Cuánto dinero se hubiera ahorrado en la reparación de carreteras y en asistencia a las víctimas del invierno.
La antropóloga afirma que la labor del (mal llamado) “chamán” fue un éxito, y que volvería a contratarlo. Da la impresión de que la razón para solicitar nuevamente sus servicios poco tiene que ver con pluralismos epistemológicos y más con el hecho de que, a su juicio, los métodos de don Jorge Elías en efecto funcionan. Después de tanta habladuría, resulta que la discusión sí es de carácter científico, pues lo que está en tela de juicio es la efectividad de técnicas que algunos suponen, de manera errónea, han sido rechazadas por puro dogmatismo.
La radiestesia es una “ciencia” milenaria utilizada para buscar aguas subterráneas y, en épocas más recientes, para localizar pozos de petróleo y yacimientos minerales. Sus practicantes, llamados zahoríes, se valen de instrumentos muy sensibles al movimiento y a la forma de empuñarlos, como un ensamble de dos varillas en forma de ele, una horqueta elástica de madera o un péndulo, herramienta favorita de don Jorge Elías.
Uno de los primeros científicos en someterla a prueba no fue un físico, sino un psicólogo, el profesor William Foster, investigador del laboratorio de psicología de la universidad de Minnesota. Curiosamente, la iniciativa no provino de un escéptico sino de un viejo zahorí dedicado a encontrar depósitos minerales. Para el experimento, Foster diseñó una plataforma de madera en la que había dibujado catorce cuadrados de medio metro de lado. Debajo de uno de ellos, elegido al azar, el investigador escondió una pequeña caja en la que había un reloj de plata y dos monedas de oro. El zahorí, guiado por su péndulo, debía localizar el cuadrado debajo del cual se hallaba la caja con los objetos metálicos. De 32 ensayos, el radiestesista acertó sólo en uno. En cuatro ensayos no se colocó ninguna caja, sin embargo, el zahorí no vaciló en señalar uno de los cuadrados.
Desde entonces, un gran número de experimentos han desmentido las afirmaciones de los radiestesistas. Al parecer, las supuestas facultades extraordinarias de sus practicantes son en realidad mucho más ordinarias de lo que parece, pues como ocurre con los famosos zahoríes australianos, su demostrada habilidad proviene de su increíble destreza para interpretar signos casi imperceptibles en la geología y topografía del terreno asociados con la presencia de aguas subterráneas. Los científicos han llegado a la conclusión de que los péndulos y otros instrumentos de búsqueda se limitan a confirmar a posteriori el diagnóstico inconsciente del zahorí, pues cuando se les pide que localicen aguas ocultas bajo el piso del laboratorio, sin ayuda de ninguna pista topográfica, sus éxitos no superan a los que cualquiera lograría por simple azar.
Aunque González dice ser un médico radiestesista, sus pretensiones van mucho más allá de las capacidades de los zahoríes, pues afirma poder controlar las lluvias. A diferencia de la radiestesia, aquí no hay nada que merezca ser sometido a prueba. El caso es tan patético como el de aquel dermatólogo calvo que recetaba medicinas para evitar la caída del cabello. Lo que debería preocupar es la pobre formación científica de profesionales en cargos importantes, como la que manifiesta la señora Ana Marta, incapaz de reconocer si algo constituye evidencia suficiente para validar una técnica o un método. Y más increíble aún es el analfabetismo científico de la clase dirigente, que acude a brujos y astrólogos para tomar decisiones que afectan la vida de millones de personas; que creen que los nacidos bajo el signo de Libra (balanza) son equilibrados, en tanto que los de Escorpión son violentos, y los de Leo, por supuesto, decididos y valientes; que permiten que los charlatanes se lucren recetando pociones mágicas para curar toda clase de males, sin que se les exija demostrar la efectividad de sus terapias y productos.
La renuncia hace unas semanas de un profesor de la U. Javeriana puso de manifiesto algunas fallas del sistema educativo, más concretamente, su incapacidad para formar estudiantes capaces de respetar las reglas más básicas del lenguaje escrito. El caso del “chamán” hace evidente un problema quizá más grave: la carencia de una mínima formación científica en muchos de los profesionales que ocupan los cargos más altos.

El chamán que promete controlar la lluvia
Jorge Elías González, de 64 años, y quien esta semana desató una tormenta mediática por sus supuestos poderes para controlar la lluvia, vive en el municipio Picachos, en el municipio de Dolores, al suroriente del Tolima.
González recibió un contrato del Distrito de Bogotá por tres millones de pesos a cambio de evitar que lloviera durante la ceremonia de clausura del Mundial de Fútbol Sub-20, a mediados del año pasado.
El “chamán” asegura que, además, ha sido contratado en repetidas ocasiones por el Festival Iberoamericano de Teatro así como por la Presidencia de la República, siempre con el mismo propósito: controlar el clima para evitar que llueva en ceremonias especiales.
Dijo que estudiando libros de su padre, entre ellos el de la Sabiduría de Salomón, descubrió los secretos para crear campos magnéticos con los que podría evitar hasta un diluvio, si se lo pidieran".

2 comentarios:

  1. Copio un escrito que he encontrado por internet, y que comparto.

    El zahorismo -en todas sus variantes, desde la tradicional hasta la moderna geobiología, pasando por la radiestesia- es pseudociencia y, como tal, que alguien crea en ella o se gaste el dinero en ella no le otorga un plus de credibilidad. No hay redes de energía desconocida esperando que individuos con varitas las detecten. Es posible que algunos zahorís-radiestesistas-geobiólogos crean que sienten corrientes de agua o misteriosos flujos energéticos sólo a su alcance, pero eso no significa que lo hagan; sólo que lo creen. Otros seguramente no creen en nada; pero es que, mientras haya bobos, habrá engañabobos. Lo único cierto es que ningún experimento científico ha confirmado las habilidades de estos supuestos dotados o, por mirarlo desde otro punto de vista, todos han demostrado que el zahorismo es tan real como los secuestros por extraterrestres.

    La radiestesia tiene tanto fundamento como la cartomancia y la existencia de las líneas Hatmann es tan cierta como la del País de Oz. El problema es que la tontería de los magos del péndulo se convierte en un peligro cuando se empieza a creer que nuestra salud puede depender de energías misteriosas, porque eso abre la puerta, como indica la reportera, a que los radiestesistas comiencen a diagnosticar enfermedades. Da miedo sólo imaginarse lo que puede ocurrir a un enfermo de cáncer que crea que la solución a su mal pasa por cambiar de lugar de residencia o de lado la cabecera de la cama, o poner un sofá aquí o allá. ¿Pseudociencia? Seguro y, a veces, más que un simple timo. Y me da igual que crea en ella mucha gente. También hay mucha gente que cree que el hombre no llegó a la Luna y no por eso tienen razón. También ha habido, a lo largo de la historia, mucha gente que ha creído en brujas, hadas, sirenas, centauros, dragones… y todo tipo de dioses.

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  2. quisiera saber mas sobre este arte de encontrar agua y de como debo tomar la horquilla y cuando saber que es el momento de que hay agua . muchas gracias albertocortesf@gmial.com

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